jueves, 19 de noviembre de 2009

[MARCAPÁGINAS 20] "Vida y destino", Vasili Grossman

"Y ahí estaba, una mujer vieja ahora; vive esperando el bien, cree, teme el mal, llena de angustias por los que viven, también por los que están muertos; ahí está, mirando las ruinas de su casa, admirando el cielo de primavera sin saber que lo está admirando, preguntándose por qué el futuro de los que ama es tan oscuro y sus vidas están llenas de errores, sin darse cuenta de que precisamente esa confusión, esa niebla y ese dolor aportan la respuesta, la claridad, la esperanza, sin darse cuenta de que en lo más profundo de su alma ya conoce el significado de la vida que le ha tocado vivir, a ella y a los suyos. Y aunque ninguno de ellos pueda decir qué les espera, aunque sepan que en una época tan terrible el ser humano ya no es forjador de su propia felicidad y que sólo el destino tiene poder de indultar y castigar, de ensalzar en la gloria y hundir en la miseria, de convertir a un hombre en polvo de un campo penitenciario, sin embargo ni el destino ni la historia ni la ira del Estado ni la gloria ni la infamia de la batalla tienen poder para transformar a los que llevan por nombre seres humanos. Fuera lo que fuese lo que les depara el futuro -la fama por su trabajo o soledad, la miseria y la desesperación, la muerte y la ejecución-, ellos vivirían como seres humanos y morirían como seres humanos, y lo mismo para aquellos que ya han muerto; y sólo en eso consiste la victoria y amarga eterna del hombre sobre las fuerzas grandiosas e inhumanas que hubo y habrá en el mundo".

"Vida y destino", Vasili Grossman.
Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2007.


lunes, 28 de septiembre de 2009

[MARCAPÁGINAS 19] "Ligeramente desenfocado", Robert Capa

"Los bombarderos hicieron tráfico alrededor de la torre de control, esperando que se les concediera permiso para aterrizar. Uno de ellos había perdido el tren de aterrizaje, y algunos de sus tripulantes estaban heridos. La torre le dio prioridad, ordenándole que intentara el aterrizaje forzoso. Preparé mi Contax y terminé casi un rollo completo antes de que el avión se detuviera por fin, intacto. Corrí al avión y ajusté mi segunda Contax. Se abrió la escotilla y los médicos desembarcaron lo que quedaba de un tipo. Aún se quejaba. El siguiente ya no. El último en viajar del avión fue un piloto. Parecía estar bien, salvo por un ligero rasguño en la frente. Me moví para conseguir su primer plano y él se detuvo a medio camino y gritó. <<¿Son éstas las fotos que estás buscando, fotógrafo?>>. Guardé la cámara y regresé a Londres sin despedirme.

En el tren de vuelta, con aquellos rollos de película bien aprovechados en mi bolsa, sentí odio hacia mí mismo y hacia mi profesión. Ese tipo de fotografía era apta sólo para sepultureros, y yo no quería ser uno. Si tenía que participar en un funeral, juré que lo haría desde el cortejo."

"Ligeramente desenfocado", Robert Capa, 1947.
La Fábrica Editorial, 2009.


viernes, 28 de agosto de 2009

[MARCAPÁGINAS 18] "Leonardo. El vuelo de la mente", Charles Nicholl

"En la actualidad es posible hacer una peregrinación vertical a la base de la linterna del Duomo. Una escalera formada por 463 peldaños de piedra arranca de una entrada en el lado sur del crucero, desemboca brevemente en el reborde inferior de la cúpula -donde se pasa junto a los enromes pies calzados con sandalias y los bordes ondeantes de las túnicas del fresco de Vasari dedicado al Juicio Final- y vuelve a ascender en círculo por detrás del revestimiento de la cúpula para emerger en lo alto de la ciudad, con los tejados del casco antiguo diseminados allá abajo y las calles abriéndose paso entre ellos como los radios de una rueda de bicicleta ligeramente aplastada. Desde allí vemos el trazado de la via Ghibellina, en la que se hallaba la bottega de Verrochio, la esbelta aguja donde estaba la oficina de Ser Piero (da Vinci), y, hacia el norte, el enorme cubo del Palazzo Medici, que todavía da la impresión de que acabaran de colocarlo en ese lugar.

Aquí arriba estuvo Leonardo un día de comienzos del verano de 1471. Intuimos la importancia que la ocasión revistió para él, en parte por la euforia de verse tan alto como un pájaro y en parte por sentir el poder de la tecnología de Brunelleschi, la magia, precisamente calibrada, capaz de arrojar hacia el cielo una estructura semejante desafiando la fuerza de la gravedad. Un momento apasionante en la historia del Renacimiento."

"Leonardo. El vuelo de la mente", Charles Nicholl, 2004.
Círculo de Lectores, 2006.

lunes, 29 de junio de 2009

[MARCAPÁGINAS 17] "El hombre más buscado", John Le Carré

"Huelga decir que no podemos culpar a un boxeador turco, campeón de los pesos pesados, de no advertir, mientras pasea tranquilamente por una calle de Hamburgo con su madre del brazo, que le sigue los pasos un muchacho flaco envuelto en un abrigo negro.

El Gran Melik, como lo llamaban con admiración en su barrio, era un gigante de hombre, greñudo, desaliñado y campechano, con una sonrisa espontánea y amplia, el pelo negro recogido en una coleta y unos andares cimbreantes y desenvueltos que, incluso sin su madre, abarcaban media acera. A los veinte años, era una celebridad en su pequeño mundo, y no sólo por sus proezas en el cuadrilátero: representante juvenil electo de un club deportivo islámico, finalista tres años consecutivos en los cien metros mariposa del Campeonato del Norte de Alemania y, por si fuera poco, portero titular de su equipo de fútbol de los sábados.

Como la mayoría de las personas de envergadura considerable, estaba más acostumbrado a ser mirado que a mirar, y he ahí otra de las razones por las que aquel muchacho flaco le siguió los pasos sin que lo advirtiera durante tres días y tres noches."

"El hombre más buscado", John Le Carré, 2008.
Plaza Janés, 2009.

lunes, 11 de mayo de 2009

[MARCAPÁGINAS 16] "Las partículas elementales", Michel Houellebecq

"Las formas de la naturaleza, escribe Djerzinski, son formas humanas. Es en nuestro cerebro donde aparecen los triángulos, los entrelazamientos y los ramajes. Los reconocemos, los apreciamos; vivimos en medio de ellos. En medio de nuestras creaciones, creaciones humanas, comunicables a los hombres, nos perfeccionamos y morimos. En medio del espacio, el espacio humano, tomamos medidas; con estas medidas creamos el espacio, el espacio entre nuestras instrumentos."

"El hombre poco instruido, continúa Djerzinski, siente terror ante la idea del espacio; lo imagina inmenso, nocturno y vacío. Imagina a los seres en la forma elemental de una bola, aislada en el espacio, encogida en el espacio. Aterrorizados por la idea del espacio, los seres humanos se encogen; tienen frío, tienen miedo. En el mejor de los casos, atraviesan el espacio, se saludan con tristeza en mitad del espacio. Y sien embargo ese espacio está en su interior, se trata de su propia creación mental."

"En ese espacio al que tanto temen, sigue Djerzinski, los seres humanos aprenden a vivir y a morir; en medio de su espacio mental surgen la separación, el alejamiento y el sufrimiento. Sobre esto hay muy poco que decir: el amante oye la llamada de su amada a través de océanos y montañas; a través de océanos y montañas, la madre oye la llamada de su hijo. El amor une, y une para siempre. La práctica del bien es una unión, la práctica del mal una desunión. El otro nombre del mal es separación; y aún hay otro, mentira. Sólo existe un entrelazamiento magnífico, recíproco einmenso."

Las partículas elementales, Michel Houellebecq, 1998.
Anagrama, 2001.

lunes, 6 de abril de 2009

[MARCAPÁGINAS 15] "Los tres mosqueteros", Alejandro Dumas

"-Claro, ¿no sabéis que no se nos ve jamás a uno sin los otros, y que entre los mosqueteros y entre los guardias, en la corte y en la ciudad, se nos llama Athos, Porthos y Aramis o los tres inseparables? Bueno como vos llegáis de Dax o de Pau...
-De Tarbes - dijo D'Artagnan.
-...os está permitido ignorar este detalle - dijo Athos.
-A fe mía - dijo D'Artagnan-, que estáis bien llamados, señores, y mi aventura, si tiene alguna resonancia, probará al menos que vuestra unión no está fundada en el contraste.
Entre tanto Porthos se había acercado, había saludado a Athos con la mano; luego, al volverse hacia D'Artagnan, había quedado estupefacto.
Digamos de pasada que había cambiado de tahalí, y dejado su capa.
-¡Ah, ah! - exclamó-. ¿Qué es esto?
-Este es el señor con quien me bato - dijo Athos señalando con la mano a D'Artagnan, y saludándole con el mismo gesto.
-Con él me bato también yo - dijo Porthos.
-Pero a la una - respondió D'Artagnan.
-Y también yo me bato con este señor - dijo Aramis llegando a su vez al lugar.
-Pero a las dos - dijo D'Artagnan con la misma calma.
-Pero ¿por qué te bates tú, Athos? - preguntó Aramis.
-A fe que no lo sé demasiado; me ha hecho daño en el hombro. ¿Y tú, Porthos?
-A fe que me bato porque me bato - respondió Porthos enrojeciendo.
Athos, que no se perdía una, vio pasar una fina sonrisa por los labios del gascón.
-Hemos tenido una discusión sobre indumentaria - dijo el joven.
-¿Y tú, Aramis? - preguntó Athos.
-Yo me bato por causa de teología - respondió Aramis haciendo al mismo tiempo una señal a D'Artagnan con la que le rogaba tener en secreto la causa del duelo.
Athos vio pasar una segunda sonrisa por los labios de D'Artagnan.
-¿De verdad? - dijo Athos.
-Sí, un punto de San Agustín sobre el que no estamos de acuerdo - dijo el gascón."

"Los tres mosqueteros", Alejandro Dumas, 1844.
Alianza Editorial, 2004.


domingo, 15 de marzo de 2009

[MARCAPÁGINAS 14] "El guardián entre el centeno", J. D. Salinger

"D. B. me preguntó qué pensaba de todo lo que les he contado. No supe qué contestarle. Si quieren que les diga la verdad, no lo sé. Siento habérselo dicho a tanta gente. De lo que estoy seguro es de que echo de menos en cierto modo a todas las personas de quienes les he hablado, incluso a Stradlater y a Ackley, por ejemplo. Creo que hasta al cerdo de Maurice le extraño un poco. Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo."

"El guardián entre el centeno", J. D. Salinger, 1951.
Alianza Editorial, 1997.


jueves, 12 de febrero de 2009

[MARCAPÁGINAS 13] "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj", Julio Cortázar

"Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es de tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo a perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj".

"Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj", Julio Cortázar,
Incluido dentro de "Historias de Cronopios y de Famas", 1962.
Editorial Suma de Letras, 2000.


lunes, 2 de febrero de 2009

[MARCAPÁGINAS 12] "East Cocker", T. S. Eliot

"En mi comienzo está mi fin. En sucesión
se levantan y caen casas, se desmoronan, se extienden,

se las retira, se las destruye, se las restaura, o en su lugar

hay un campo abierto, o una fábrica, o una circunvalación.
Vieja piedra para edificio nuevo, vieja madera para hogueras nuevas,
viejas hogueras para cenizas, y cenizas para la tierra
que ya es carne, pieles y heces,
hueso de hombre y animal, tallo y hoja de maíz.

Las casas viven y mueren; hay un tiempo para construir

y un tiempo para vivir y para engendrar

y un tiempo para que el viento rompa el cristal desprendido

y agite las tablas del suelo donde trota el ratón de campo

y agite el tapiz hecho jirones con un lema silencioso."


East Cocker, T. S. Eliot.
Del poemario "Cuatro Cuartetos", incluido en "Poesías reunidas 1909-1962".
Alianza Editorial, 1999.

miércoles, 7 de enero de 2009

[MARCAPÁGINAS 11] "El mundo pasa", Mario Benedetti

"Desde mi sólida banqueta, o sea desde mi trono de pelagatos, veo desfilar el tiempo y sus minucias, los torbellinos del desorden, las fragatas que en el puerto se mecen impasibles, los murciélagos que inmóviles vigilan, las golodrinas que regresan cargadas de experiencia.

También manos que ahora son casi garras, bocas seductoras que reclaman besos, pieles que se convierten en pellejos, ojos que aman cuando miran, colinas de allá lejos que se acercan, arroyos que se vuelven ríos, ríos que se vuelven mares.

Desde mi sólida banqueta, desde mi trono de pelagatos, veo cielos que se aclaran y oscurecen viejitas que no hace mucho eran muchachas, desalientos que fueron esperanzas. Pero también futuros que se abren y nos llaman, con promesas que quién sabe y no obstante admitimos.

El mundo pasa sin interrupciones, con paisajes que llenan el contorno, alarmas con abismos, glorias inaccesibles, perdones que no pedimos y alborotos en la conciencia cerrrada con candado.

Hasta que una noche inesperada, los párpados sucumben y ya no se levantan."

"El mundo pasa", Mario Benedetti, 2007.
Incluido en "Vivir adrede", Alfaguara, 2008.