“Al otro lado de la Sexta Avenida el automóvil avanzaba despacio a la altura de la agencia de cambio y bolsa de la esquina. Se veían los cubículos expuestos en la planta calle, hombres y mujeres atentos a las pantallas, y le embargó la seguridad de sus circunstancias, la rapidez, la implicación de todo ello, su envolvente crecimiento embrionario, secreto, interno, animado. Pensó en las personas que antaño visitaban su página web, en los tiempos en los que se dedicaba a las previsiones de mercado, cuando la previsión era poder en estado puro, cuando daba pistas sobre los activos de una empresa de tecnología o daba su bendición a un sector entero, y automáticamente causaba una duplicación en el precio de las acciones y un desplazamiento de varias cosmovisiones, cuando efectivamente estaba escribiendo páginas de la historia, antes de que la historia se tornara monótona y baboseo, antes de ceder a su afán de encontrar algo más puro, técnicas de registro que predijeran movimientos del dinero mismo. Comerció con divisas de toda suerte de entidades territoriales, nacionales modernas y democráticas, polvorientos sultanatos, paranoicas repúblicas populares, estados en rebeldía, en el culo del mundo, al mando de unos cuantos chavales pasados de rosca.
En aquello había encontrado belleza y la precisión, ritmos ocultos en las fluctuaciones de una divisa determinada.”
En aquello había encontrado belleza y la precisión, ritmos ocultos en las fluctuaciones de una divisa determinada.”
"Cosmópolis", Don Delillo, 2003.
Seix Barral, 2005.
Seix Barral, 2005.
No hay comentarios:
Publicar un comentario